(Columna de Radio Córdoba para el 14 de abril de 2009) Si hay algo con lo que nunca podrá competir la crisis, será con la ilusión de un pueblo. La crisis, que afecta a nuestro entorno, a nuestra familia, a nuestros amigos, no tiene la capacidad de penetrar y hacer mella en la ilusión de los días de esparcimiento y costumbrismo locales. La Feria y nuestro mayo cordobés posiblemente sean las tradiciones que con más ahínco disfrutamos los cordobeses, pero esta Semana Santa pasada nos demuestra, como la misma está a la altura de nuestras grandes celebraciones cordobesas. Disfrutar de una ciudad como Córdoba, con sus angostas calles, rebosando gente, cordobeses y no cordobeses, orientándose mapa en mano, cochecito en ciernes, sillas plegables, con sus correspondientes librillos en mano y bolsas de bocadillos, no tiene precio. Reecontrarte con amigos que esperan, en una calle tan estrecha y tan poco transitada y siempre silenciosa como la calle Cabezas, el paso del Vía Crucis en la semioscuridad de la calle, tampoco tiene precio Como tampoco lo tiene, escuchar como el murmullo de 500 personas se apaga con la llegada del Santo Sepulcro a la Plaza de la Compañía en la más absoluta de las penumbras al ritmo de música de capilla. En un evento de tan arraigada costumbre que hace que decenas de miles de cordobeses asalten las calles para disfrutar de la misma, no sólo de los pasos de Cristo o de los palios de Virgen, sino de la familia, de los amigos, de los bocadillos, de los puestos de arropías y golosinas y sobre todo, de calles vacías de coches, señores, eso no tiene precio. Por eso nunca entenderé los movimientos ciudadanos que abogan por el traslado al Arenal de la Semana Santa, ni la caña que se le mete por ser un ejercicio de expresión religiosa del pueblo de Córdoba, polémicas del lazo aparte, como tampoco entiendo que no se considerade un elemento lo suficientemente singular como para que sea uno de nuestros activos culturales para reforzar nuestra candidatura al 2016 . Entendamos que, aunque la Semana Santa sea una fiesta nacional y de celebración en muchas localidades, la nuestra es singular y que no tiene igual...o es que ¿hay algo más singular que ver la imagen del Cristo de la Expiración en el Patio de los Naranjos?