A mi madre le tocó un Citroen Saxo en el detergente, sí, como se lee, y fuimos a recogerlo. Y yo, que venía de conducir en EEUU un Isuzu Rodeo y un deportivo gracias a mi sueldo en el Commerce Bank , me veía de repente conduciendo un coche, que por no tener, no tenía ni radio, ni elevalunas eléctricos ni tampoco aire acondicionado. Lo que se dice un coche pelao y mondao. Aunque mi madre hubiera podido comprarnos otros coches, siempre nos enseñó el valor de la utilidad de las cosas, por lo que me conformé con lo que me tocaba, que ya era muchísimo.
Me acostumbré a conducir sin nada más que lo necesario y sin ningún extra más y al poco tiempo, estaba más que acostumbrado. Ese fue mi coche durante los siguientes 6 años, y a pesar de haber tenido la oportunidad de haberlo sustituído por otra bastante mejor, no lo hice porque ya no lo veía necesario. Y ese Saxo, pelao y mondao fue el que me permitió convertir en fortaleza mi debilidad, en este caso, mi despiste.
A ese coche tan básico, que no tenía nada, no hacía falta ni cerrarlo, ni abrirlo, ni subirle las ventanas, ni tener cuidado con los bordillos ni con las esquinas. Y ahí me di cuenta de cómo las personas subestimamos en demasiadas ocasiones las ventajas de tener un vehículo simple, barato y que te transporte, sin tenerle que dedicar más tiempo que el estrictamente necesario.
Fue en el año 2007 cuando tuve que ir a comprar un coche por el nacimiento de mi hija. El Saxo ya no daba más de sí y los vehículos a comparar eran numerosos. Pero ya era consciente que tenía una ventaja con respecto a otros muchos compradores: cualquier coche que me comprara iba a ser mejor que el que tenía.
No tenía por qué irme a un BMW ni tampoco a un Mercedes para sentirme feliz, a pesar de haberlo podido comprarlo, sino que cualquier coche nuevo ya era mejor que el que traía. Terminamos comprando un Seat Ibiza con elevalunas eléctricos, cruise control, radio cd y aire acondicionado, porque era el más barato de la casa Seat y nos lo daban en el acto. Su tacto al coger una dirección asistida o poder poner una velocidad a la que quieres poner el coche era para mi lo máximo tras haber conducido un coche sin nada.
No pasaron ni 2 meses desde la compra cuando descolgué el parachoques delantero del coche al salir de la cochera, que me hizo llevarlo cogido con cinta americana durante 3-4 años. Pero de nuevo, convertí en oportunidad el destrozo. Ya no había que preocuparse tanto por el coche porque esa cinta americana era la bandera de salida para despreocuparme del mismo.
Hoy, 10 años después de la compra y cuando llevo 1,5 años con un capó blanco derivado de un golpe y que no he ido a pintar; 8 meses sin dirección asistida y pasándolas putas para aparcar, y 6 meses planteándome comprar un coche nuevo, he pensado de nuevo en el Saxo.
Cualquier coche que coja y tenga dirección asistida y bluetooth será una maravilla y mejorará por mucho el que tengo ahora, el Ibiza....pero he caído de nuevo en la cuenta que tendré que estar pendiente de nuevo de no darle golpes, de cerrar el coche y demás zarandajas asociadas a un vehículo nuevo.
¿Solución? Arreglar la dirección asistida del Ibiza, pintar el capó de negro, quitarle los golpes de las puertas, arreglar el retrovisor izquierdo y ponerle bluetooth. Mi sensación cuando me lo den será la de tener un coche nuevo.
Entiendo que otras personas quieran/tengan que comprar otros coches, mi análisis es mío, pero sí es innegable alguna de las ventajas que tiene.
Cuando entiendes que un vehículo es para moverse, el impacto financiero en tu cuenta de resultados es brutal...y en el anímico, ni te cuento.