Todo eso de transformación digital que tanto se habla ahora, ya lo lideró mi tito Pepe hace casi 40 años en Molina Serrano.
Posiblemente fuera, aunque no lo tenía interiorizado, por provenir de una ascendencia sumamente emprendedora en las que mis tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y tíos habían sido empresarios. Y fue precisamente a partir de ese año cuando comencé a frecuentar Molina Serrano S.A., la empresa distribuidora farmaceútica que fue fundada por mi abuelo Antonio Molina Serrano en el año 1941 y que ampliaron notablemente 4 de sus hijos en otros sectores durante los siguiente 60 años: Carlos, Antonio , Manuel y José.
Tras las muerte de mi abuelo de manera prematura en el año 1968 y tras hacerse el primogénito de la familia, Carlos, cargo de la dirección de la empresa, los hermanos fueron terminando sus estudios e incorporándose a una empresa que era cada vez más grande. Entre los 4 y siendo una piña diversificaron el negocio de la distribución farmaceutico y terminaron gestionando un grupo de empresas que superaba los 100 trabajadores y que facturaba más de 50 millones de euros en el año de su venta (1998).
Cada mediodía que podía, especialmente viernes, me escapaba de la Universidad para echar un rato con mis tíos y aprender de ellos, de lo que hacían, de la empresa que habían creado y me sentía orgulloso del logro conseguido por mi familia. Especialmente me sentía orgulloso cuando acudía a la nave de las Quemadas y me maravillaba de cómo funcionaba el sistema robotizado de transporte de medicinas. De esas charlas y cervezas con mis tíos que ahora rememoro, surgió el germen y el convencimiento de que quería ser empresario y fue allí y gracias entre otros a mi tío Pepe, cuando comencé a leer prensa económica, el Expansión, que me guardaba para que los recogiera cuando fuera. 8 años después y cuando ya monté mi empresa, cometí un error empresarial garrafal y mi tío Pepe me llamó para hacerme ver lo que era obvio y, aunque no pude hacer nada al respecto, siempre le agradecí el paso que dio: hacerme ver una cuestión que era, no sólo errónea, sino también reprobable éticamente aunque no hubiera sido nunca mi intención.
Me enseñó una lección que sigo recordando cada día. Hace unos 6 años, en la boda de la prima Carmen rememoré la valía técnica de mis tíos y especialmente la de mi tito Pepe con él, por liderar una organización tan innovadora y que llegó a convertirse en una de las 10 empresas más grandes de la provincia durante toda la década de los 90. A finales de los 70 instalaron un circuito cerrado de TV en el almacén logístico de medicamentos; unos años más tarde el segundo mainframe, fuera del sector bancario, existente al sur de España se instaló en Molina Serrano que permitió comenzar a informatizar los procesos y dar servicio a las farmacias de manera más ágil que la competencia. Y posteriormente en los años 90, uno de los primeros sistemas robotizados de transporte de medicina diseñado íntegramente por mi tío Pepe. Es decir, todo eso de transformación digital que tanto se habla ahora, ya lo lideró mi tito Pepe hace casi 40 años en Molina Serrano. Hoy ha fallecido mi tito Pepe y con él son ya 3 los hermanos que faltan. Y hoy sólo tengo cariño, amor y buenos recuerdos para él, y puedo decir que si hoy soy el empresario que soy, también lo soy gracias a él y a la familia Molina, por todo los consejos y cariños que siempre me brindó y sobre todo por el ejemplo que a tantos nos mostró. Más que orgulloso de ser un Molina