Alguna vez he contado por aquí, que entre los años 1998 y 2000, estuve trabajando en Saint Louis (EE.UU) como analista financiero en el departamento de crédito de un banco. Durante esos años, me preocupé por aprender cuáles eran los factores principales que había que analizar desde el punto de vista del prestamista para conceder un crédito (hace tiempo hablé de ello por aquí): character (carácter), capital (capital), colateral (aval), capacity (capacidad) y conditions (condiciones). Aunque cada una tiene su peso específico en los scoring de los bancos, cada vez más importante cobra la capacidad de pago. En un entorno de tanta incertidumbre, los bancos quieres saber cómo pagas y de dónde vienen tus ingresos. Viene esto a colación de la comunicación que hemos recibido notificación del ENISA denegándonos un préstamo de 50.000€ para Ciudad 2020. ¿Por qué lo han denegado? Me indican desde AJE Córdoba, entidad que tramita la solicitud para ENISA, que la razón se encuentra en que no creen que tengamos la capacidad de devolución para el préstamo que solicitamos. Los elementos que se han tenido en cuenta para analizar nuestra empresa ha sido un documento de texto y una hoja de cálculo. Partiendo de un modelo que ellos te proveen (que por supuesto es diferente en cada uno de los organismos que lo presentes -no hay un estándar, ni el de Ready for ventures-), introduces los elementos que te piden analizando el negocio desde múltiples perspectivas: necesidades encontradas, mercado objetivo, competencia, tecnología usada, financiación buscada, modelo de negocio, equipo y así un largo etcétera de secciones a rellenar. Eso es lo que utilizan para decidir si invierten en tu negocio o no. No hay ningún otro tipo de análisis, el de un mero papel que supuestamente representa tu plan de negocio. Desde hace 11 años, habré escrito/comenzado decenas de planes de negocio con sus respectivas hojas de cálculo, sobre servicios en los que he dedicado mi tiempo y en los que he hecho (o intentado hacer) negocio (música digital, turismo, servicios de ocio, póker, telematics, software libre, contenido, internet de las cosas, etc.). Estos 11 años me han enseñado que las previsiones financieras, especialmente en el campo de la innovación, no funcionan nunca. Y no funcionan porque nadie sabe cómo el mercado responderá a tu propuesta de valor, máxime en un contexto de crisis sistémica como el que nos encontramos. Es conocido en muchos ámbitos la frase... Twitter o Youtube jamás hubieran encontrado financiación en España. Es por eso que analizar un crédito a empresas de corte tecnológico, no pueden ser analizadas como otras industrias, especialmente si éstas están maduras. Es entendible que la capacidad de devolución del préstamo esté puesta en duda cuando incluyes escenarios de venta de productos/servicios disruptivos, donde lo racional (pensamiento lineal) es no creerlos, porque probablemente tampoco se entienden de manera correcta. Por ello, cuando se trate de tecnologías avanzadas, otros análisis deberían llevarse a cabo, máxime cuando el único elemento decisor que se tiene es un plan de negocio y unas previsiones financieras. Los proyectos empresariales que he liderado (principalmente Bichako, Blobject y Ciudad 2020) se han financiado mediante amigos y familiares además de préstamos bancarios. He sido capaz de convencer a mi entorno de las bondades que había en invertir en un proyecto, bien mediante capital, bien mediante deuda subordinada, o financiación bancaria en la que no he dudado en poner mi única propiedad inmobiliaria personal como aval. Por ello mi compromiso personal ha sido enorme y la devolución del principal de esa deuda ha sido siempre mi obsesión. Y ha sido una obsesión por respetar un contrato establecido con terceros y devolver la confianza depositada en mi. Este compromiso es el que nos ha hecho en Blobject bajar de un endeudamiento de unos 400.000€ en el año 2006 a poco más de 100.000€ en el año 2011 a base de esfuerzo, imaginación y trabajo, mucho mucho trabajo. Pero el empeño merecía (y merece) la pena: cumplir con la palabra dada y no decepcionar a quien te prestó el dinero. Y esto lo hemos hecho con un cambio de modelo de negocio de empresa radical (de empresa de servicios turísticos de base tecnológica a empresa de consultoría de negocio de base tecnológica), montando una nueva empresa (Ciudad 2020), pasando 4 trabajadores a 13 (11 de los cuales son fijos y 2 están contratados por obra y servicio), gracias a que hemos vendido más de un millón de euros en productos y servicios pioneros, innovadores, que no existían de la manera en que fueron explotados por nosotros. Ese es nuestro carácter, esa es nuestra reputación Siempre digo que si tengo una hipoteca sobre mi casa, y no pudiera pagar el préstamo, el banco se quedaría con la casa, pero no afectaría mi reputación. A cambio del préstamo habrás vendido la casa y habré cumplido con mis obligaciones. Sin embargo, si mi único aval es mi reputación, esa no se cambia más. No habré cumplido con la palabra dada si no consigo cumplir con mis obligaciones. La reputación debería ser el factor más importante a analizar por parte de los prestamistas en ámbitos como el que trabajamos. Desgraciadamente, la inmensa mayoría de los organismos que financian, no tienen este pequeño detalle en cuenta. En la industria donde me muevo, la capacidad de devolución de un préstamo, se encuentra mucho más en el carácter de la persona, que en un Excel.