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Vivimos un tiempo en el cual, diferentes aspectos turísticos están profesionalizándose a ritmos agigantados. Cuando se trata de turismo, se intenta ir más allá en cuanto a ofrecer lo mejor de una ciudad al visitante que viene.
Sin embargo, por mucho que las grandes campañas de publicidad en la que incurren todos los organismos públicos como ayuntamientos, Comunidades Autónomas o diputaciones, pierden gran parte de la imagen que se intenta transmitir, cuando el turista de a pie, entra en una Oficina turística y se encuentra con detalles chapuceros y tercermundistas.
Ayer paseando por los aledaños de la Mezquita-Catedral, entramos en la Oficina de Turismo de Córdoba y nos quedamos "acojonaos" con la puesta en escena de diferentes imágenes de Córdoba en la oficina de Turismo de la calle Torrijos. Tres posters con fotos de pena insertadas en unos caballetes a modo de exposición e iluminados a la más antigua usanza, con fotografías a color de hace muchos años ya dobladas hacia dentro por los años de las mismas.
De vergüenza. Y aquí en ésto, y sin que sirva de precedente, no tiene la culpa la Junta de Andalucía ni el Ayuntamiento de Córdoba. Esto es una cuestión de los técnicos que son el front office y la cara de nuestra iterra ante los turistas.
Ésto es una cuestión cultural, y de las personas que están en muchos de los puestos operativos de los puestos relacionados con el turismo. Mirad por favor las peras para apagar la luz de las fotos y la imagen de las fotos. Nos podemos gastar millones de euros en campañas de publicidad, pero mientras no cuidemos de estos detalles, mal iremos.
