La crisis que afrontamos como ya se ha dicho en diferentes sitios es una crisis de modelo social, del sistema en el cual vivimos. No se trata sólo de una crisis financiera, económica o energética, sino que se trata de una crisis del modelo global de sociedad, como consecuencia, entre otras razones, de la llegada de las tecnologías de la información. La cuestión es, ¿qué debemos hacer como sociedad para enfrentarnos a este cambio de modelo social? Os dejo aquí la primera de una serie de reflexiones sobre el momento histórico que nos toca vivir y sobre qué podemos comenzar a plantear para afrontar el futuro de la civilización occidental tal y como la conocemos. Estas reflexiones, sin más pretensión que las de poner negro sobre blanco algunas de las ideas que me rondan la cabeza para enfrentarnos a lo que viene. ¿Cuál es el momento histórico que vivimos? El primer paso para enfrentarnos a esta nueva situación es el reconocimiento de la realidad. La clase política actual en general y la gran mayoría de ciudadanos en particular, parecen no darse cuenta de la gravedad de la situación que tenemos, o si se dan cuenta, especialmente los políticos, no la transmiten por no atemorizar a la población. A pesar de que desde la clase política nos prometen todo tipo de medidas para la recuperación económica, ésta por su complejidad, no tiene solución con medidas puramente económicas. El modelo ha llegado a su cénit y toca cambiarlo, y eso no se hace con medidas macroeconómicas ni de política monetaria ni con declaraciones grandilocuentes como las del G-20. Los líderes de nuestra sociedad tienen que hacer ver a la sociedad que las claves del futuro pasan por entender que lo que está cambiando no es simplemente la cultura de una civilización. Como sociedad nos enfrentamos, no a un simple mayo del 68 o incluso a la revolución industrial del siglo XIX, desde mi punto de vista, especialmente el primero, son peccata minuta en comparación con los cambios que vamos a ver. Al igual que el cambio de una vida nómada a una sedentaria como consecuencia del descubrimiento de la agricultura y la crisis climática de la época trajo consigo la creación a los primeros establecimientos humanos germen de las futuras ciudades, la llegada de las tecnologías de la información y de la comunicación están permitiendo que estemos germinalizando las nuevas formas de vida de los próximos cientos de años. Capas de la civilización La civilización siempre se ha ido construyendo sobre capas que sustentan nuestro modo de vida. Stewart Brand, de la Fundación Long Now, creó un diagrama llamado las capas de la civilización que mostraba sobre qué está construída nuestra civilización y sobre qué depende nuestro modo de vida. Atendiendo a este diagrama, nuestra civilización se encuentra estratificada en varias capas. La primera capa sobre la que se sustentan las demás es la capa de la naturaleza. La naturaleza es el soporte de nuestra vida, es la tierra donde nos encontramos, es nuestro aire, la tierra que pisamos, el agua que bebemos, etc. En función de cómo sea la naturaleza, así viviremos como sociedad. Vivir en un desierto afecta nuestra cultura, el gobierno de la misma, la infraestructura, el comercio sobre el mismo así como la moda que se deriva de éste por ser las capas que dependen de los cimientos de la civilización. Lo mismo ocurre con zonas que se encuentran en el trópico o aquellas que se encuentran en el Círculo Polar Ártico. No es de extrañar por tanto que la naturaleza afecte a la cultura. Tanto en el Círculo Polar Ártico como en el desierto, la vida que se lleva es nómada, ya que el Hombre tiene necesidad de ir detrás de su sustento allá donde se encuentre. (Bruce Sterling ofreció su particular visión sobre el cambio climático apelando a este diagrama en el 2007) [caption id="attachment_1938" align="alignleft" width="300"]
Capas de la civilización modficadas[/caption] Sin embargo, por primera vez en nuestra historia, la naturaleza tiene un doble componente. No sólo nos enfrentamos a los propios avatares de la naturaleza física, con todo el asunto del cambio climático. El propio avance y progreso humano que se manifiesta en los avances tecnológicos han venido configurando una nueva forma de naturaleza que se asienta sobre la conocida, pero que es base también de las capas siguientes. La actual tecnología permite entre otras cuestiones poder conducir negocios desde nuestra casa, comunicarnos con cualquier parte del mundo, intercambiar conocimiento y hasta sumergirnos en mundos virtuales. Gracias a esta infraestructura tecnológica, la cultura desde su implantación ha comenzado de manera radical a cambiar. Nuestras formas de expresión cultural, en el más amplio sentido de la palabra, han cambiado en los últimos 150 años, desde la revolución industrial, y especialmente desde la proliferación de chips y de internet como método de comunicación global. Sin ir más lejos, las posibilidades de comunicación y de intercambio de información están posibilitando que una cultura arraigada desde hace cientos de años, esté cambiando progresivamente. Si ya los cambios en los valores de la sociedad occidental comenzaron a cambiar de manera radical en el siglo XX como consecuencia entre otras razones, de la proliferación de los actuales medios de comunicación masivos como radio o en mayor medida, la televisión, la llegada de los chips en general y de Internet en particular han terminado por cambiar el mundo en su totalidad, preparándonos para una época totalmente nueva. La comparativa de los nativos digitales frente a los inmigrantes digitales no es más que reflejo de la nueva época a la que nos acercamos. La tecnología que se encuentra a nuestro alcance, posibilita no sólo nuevas formas de producir bienes, sino sobre todo, y ahí es donde se encuentra el cambio radical, nuevas formas de relacionarnos como nunca antes habíamos tenido en nuestra historia. Para llevar a cabo un negocio, no tenemos que conocernos físicamente ni usar papel moneda; podemos charlar con miles de personas que no hayamos visto nunca y organizarnos gracias a las tecnologías para cambiar algún aspecto de la política que no nos guste . El uso de la tecnología está comenzando a forjar una nueva cultura entre los ciudadanos, especialmente entre los nativos digitales, que traerá como consecuencias cambios profundos en los siguientes sustratos de la civilización como son el gobierno, la infraestructura, el comercio o la moda. Sin ir más lejos, algunas de las nuevas formas de gobierno que se pueden derivar gracias a las redes sociales distribuídas ya han sido apuntadas? Es por ello que ante el cambio al que se enfrenta nuestra sociedad debemos ser claros y contundentes. El mundo que hemos conocido hasta ahora, especialmente desde la finalización de la II Guerra Mundial en el mundo occidental y de los años 60 en España, ha acabado. Es por eso, que ante este cambio, las consecuencias socioeconómicas que vienen no tienen parangón en la historia y eso va a obligar a cambios dolorosos para toda la sociedad (Cuando termino de escribir esta frase leo que Paul Krugman acaba de pronunciar en Sevilla una frase idéntica...sincronías...). Los periodos de transición entre épocas son particularmente complicados ya que obliga a una enorme parte de la población a tener que reajustarse y reinventarse totalmente de cómo vivían antaño y eso, sobre todo si lo que tiene que cambiar son algunas de las formas de vida con decenios e incluso siglos de tradición. En una sociedad tan autocomplaciente como la que vivimos ahora, va a costar mucho. Es por eso que lo antes que reconozcamos el momento histórico en el que nos encontramos, antes estaremos preparados para, por una parte, pensar qué podemos hacer para aliviar el dolor de la transición que empieza a percibirse, y por otra, comenzar a preparar a la sociedad para una nueva era. Es responsabilidad de nuestros líderes políticos avisar de lo que viene...pero mientras se esté con las frases vacías de contenido y con los paupérrimos presupuestos (40 veces más presupuesto para el plan de los Ayuntamientos frente al Plan Avanza de tecnología), en España lo tenemos complicado.