(Columna leída en Radio Córdoba) Nunca algo tan anunciado, sorprendió a tantos. Después de años de dimes y diretes sobre la posible salida de Rosa Aguilar de la alcaldía de Córdoba y su marcha a las filas del PSOE, ésta se ha producido. Pero este ejercicio de transfuguismo político en mitad de su mandato como alcaldesa, me da la impresión que ha quedado velado y camuflado entre los propios cordobeses, quienes en un buen número aún mantienen su compresión y su admiración para con esta señora. Será una cuestión de su sonrisa permanente Sin embargo, lo que ha hecho Rosa Aguilar tiene similitudes en hechos cotidianos, los cuales, porque son de libro, reprendemos con total naturalidad en otro tipo de ámbitos. Si nos contaran de la misma maniobra en nuestro entorno laboral, es decir, la marcha del director de una empresa a la competencia, en mitad de un proyecto que no tiene visos de salir hacia adelante, dejando a los compañeros con el marrón de sacar adelante la empresa hasta arriba de deudas y en mitad de proyectos de difícil solución, la gran mayoría la calificaríamos como trepas. Si lo asemejáramos a un jugador de fútbol, como fue el caso de Figo, que pagó su claúsula de rescisión al FC Barcelona para fichar por el Real Madrid, el eterno rival, cuando perjuró hasta la saciedad que era mentira su fichaje, diríamos de la persona que es una traidora, pesetera y hasta de persona non-grata en la ciudad. Pero si el caso se lo contáramos al posiblemente mejor humorista de todos los tiempos, el inefable Groucho Marx, tendría muy clara la respuesta que mejor podría definir la jugada de Rosa Aguilar: "Estos son mis principios; si no les gustan, tengo otros" Pero el problema real es que tenemos casi 40.000 parados en la ciudad y un nuevo líder político como alcalde de la ciudad. Sin embargo, de nuevo no tiene nada. Andrés Ocaña es el responsable político directo de que en Córdona no tengamos palacio de Congresos después de 10 años de trámites; de que hayamos pagado 3 millones de euros a Ferrovial por no hacer bien las cosas en ese pliego o de que tengamos unas naves a los pies de Medina Azahara de miles de m2 sin saber si se va a cobrar la multa por ineptitud, o vayan ustedes a saber porqué. Saldremos de la crisis económica, pero dudo mucho que seamos capaces de salir de una crisis tan galopante de principios entre la clase política, donde el mérito y el interés colectivo brillan por su ausencia. Qué pena